La Región de Murcia es una comunidad autónoma uniprovincial española, situada en el sudeste de la península ibérica, entre Andalucía (provincias de Granada y Almería) y la Comunidad Valenciana (provincia de Alicante), y entre la costa mediterránea y Castilla-La Mancha (provincia de Albacete). Su capital es la ciudad de Murcia, que es sede de los órganos institucionales regionales, con excepción de la Asamblea Regional, que tiene su sede en Cartagena, razón por la que es denominada como «capital legislativa» aunque esta denominación no aparece recogida en el estatuto de autonomía. La población total de la Región de Murcia es de 1.463.249 habitantes (2015), de los que algo menos de un tercio vive en la capital y la mitad en los municipios de Murcia, Cartagena y Lorca. Se trata de una comunidad relativamente pequeña al ser uniprovincial, pero solo "relativamente" ya que es la 9ª de España en superficie y la 10ª en población por delante de Aragón o Asturias. En su condición de provincia es la 7ª más poblada de las 50 que tiene el país.
La Región de
Murcia se sitúa en el extremo oriental de las Cordilleras Béticas, viéndose
influida climatológicamente por una orografía que la aísla de la influencia
atlántica. Estas cordilleras se dividen a su vez de norte a sur en: la
Cordillera Prebética: la más septentrional, donde destacan entre otras la
Sierra del Carche. Subbética: Está constituida por numerosos cabalgamientos
superpuestos entre sí o sobre los materiales del Prebético. El Macizo de
Revolcadores, el de mayor altitud de la región con 2.015 metros, pertenece a
este sistema y la Penibética: con tres complejos litológicos diferenciados de
norte a sur (Nevado-Filabride, Alpujárride y Maláguide). Se encuentran muy
fracturados, aunque existe un predominio de cabalgamientos y fallas inversas
entre dichos complejos. Sierra Espuña es una de las serranías penibéticas
fundamentales. Aproximadamente el 27% del territorio murciano corresponde a
relieves montañosos, el 38% a depresiones intramontanas y valles corredores, y
el 35% restante a llanuras y altiplanicies. Algunos de estos valles y llanuras
son la depresión litoral del Campo de Cartagena-Mar Menor, algo más al interior
se encuentra el valle del Guadalentín (también llamada depresión prelitoral
murciana) que recorre buena parte de la geografía murciana en dirección
SO-NE, las vegas del Segura que se disponen desde que dicho río entra en la
región (siendo una de las más afamadas el denominado valle de Ricote), y otros
valles interiores formados por afluentes del Segura como la cuenca de Mula.
El clima y las playas de la Región de Murcia, la hacen propensa al turismo denominado de sol y playa. La costa murciana, llamada Costa Cálida, tiene una longitud de 170 km, donde se alternan grandes playas de arena blanca con otras más pequeñas y calas con acantilados. Además, cuenta con el Mar Menor, una laguna litoral con múltiples posibilidades turísticas. Como separación entre este lago salado y el Mar Mediterráneo, se alza La Manga del Mar Menor. De las 192 playas clasificadas en la Región, 21 están calificadas con bandera azul y otras 19 poseen el sello Q de Calidad Turística otorgado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), organismo dependiente de la Secretaría General de Turismo del Ministerio de Economía, lo que la convierte en la tercera comunidad autónoma con más playas certificadas con este título, siendo Cartagena, con 10, el municipio español con más playas que poseen esta calificación. Las posibilidades turísticas se complementan con un creciente interés por el turismo cultural y de ciudad, concentrado en los cuatro núcleos históricos principales: Caravaca de la Cruz, Cartagena, Lorca y Murcia. El Teatro Romano de Cartagena es el monumento y espacio museístico más visitado de la Región. El paisaje murciano es más variado de lo que pueda parecer, y ofrece una alta gama de actividades deportivas y de aventura como senderismo, espeleología, vuelos térmicos (ala delta, parapente), escalada, cicloturismo, paseos a caballo, descensos fluviales (ráfting, piraguas, kayaks), caza y pesca. La mayoría se concentran en Sierra Espuña, Valle de Ricote, Cieza y Calasparra y el nordeste de la Región. El turismo rural también se encuentra en auge, principalmente en los alrededores de Caravaca de la Cruz, Totana, Moratalla, Cieza, Cehegín, al igual que el turismo enológico, principalmente en Jumilla, pero también en Bullas y Yecla.
A finales del
siglo XV el Reino de Murcia perdió su carácter fronterizo al producirse la
conquista de la zona oriental del Reino nazarí de Granada en 1488, en la que
tropas murcianas participaron activamente. El fin de la frontera permitió un
importante crecimiento económico y poblacional a lo largo de todo el siglo XVI.
El siglo XVIII dio comienzo con la Guerra de Sucesión, en la que el reino de
Murcia tuvo un importante papel en la victoria borbónica. No obstante, en su
territorio se desarrollaron tres importantes batallas: la batalla del Huerto de
las Bombas, el combate del Albujón y la batalla de Almansa. Durante esta centuria el reino vivió un auténtico siglo de oro con un
importante incremento de la población (la ciudad de Murcia llegó a los 70.000
habitantes), se desarrolló la agricultura y la industria de la seda, se vivió
un esplendor. Ya en pleno siglo XIX, tras la dura Guerra de Independencia que
tuvo desastrosas consecuencias en la región, la reforma liberal de Javier de
Burgos hizo desaparecer el Reino de Murcia en 1833 dando lugar a la provincia
de Murcia y a gran parte de la provincia de Albacete. A partir de 1840 comenzó
a desarrollarse la minería y su industria paralela, principalmente en las
sierras costeras, lo que llevó a un importante despegue poblacional en la anteriormente
poco poblada costa murciana (con inmgración procedente de Andalucía oriental) y
a la aparición de movimientos obreros. A pesar del desarrollo de conflictos
como la revolución cantonal durante la I República. Durante la Guerra Civil
Española la Región Murciana se mantuvo fiel a la II República durante la
práctica totalidad del conflicto, siendo Cartagena la sede de la marina
republicana. Los sucesos bélicos de mayor importancia que tuvieron lugar en
territorio murciano fueron la Batalla naval de Cabo de Palos en 1938 y la
Sublevación de Cartagena en 1939. Durante el franquismo, tras los duros años de
la posguerra y la autarquía se produjo una recuperación de la industria
alimentaria, un repunte de la actividad minera, una importante inversión
estatal en el polo industrial de Cartagena y el inicio del turismo (principalmente
en La Manga), a pesar de lo cual mucha población emigraría a Cataluña y Europa
en las décadas de los 50 y 60, procedentes sobre todo de las comarcas más
interiores, tendencia que se detuvo a partir de los 70, a finales de cuya
década llegaría el agua del Trasvase Tajo-Segura.
El diseño del
escudo partió de su primera descripción oficial, que remitía al de la bandera y
establecía lo siguiente: La bandera de la Región de Murcia es rectangular y
contiene cuatro castillos almenados en oro, en el ángulo superior izquierdo
distribuidos de dos en dos, y siete coronas reales en el ángulo inferior
derecho, dispuestas en cuatro filas, con uno, tres, dos y un elementos,
respectivamente, todo ello sobre fondo rojo carmesí o cartagena. El escudo
tendrá los mismos símbolos y distribución que la bandera, con la corona real. La
Región de Murcia tiene escudo propio, de acuerdo con lo que establece el
Artículo 4.2 del Estatuto de Autonomía, cuya descripción en términos heráldicos
es la siguiente: Escudo raso, de perfil español. Campo rojo o de gules. En el
cantón diestro del Jefe, cuatro castillos en oro formados de dos en dos, a modo
de cuadrado. En el cantón izquierdo de la punta, siete coronas de oro
dispuestas en cuatro filas horizontales, de una, tres, dos y una,
respectivamente. Sobre el Escudo, Corona Real, por ser Murcia antiguamente
Reino.» Los castillos son cuatro debido a los cuatro señoríos en que el rey de
Castilla Alfonso X dividió el reino, recién conquistado, y las coronas
recuerdan las donaciones y honores reales a los habitantes murcianos por parte
de los reyes Alfonso X, Pedro I y Felipe V, por su fidelidad.
El clima y las playas de la Región de Murcia, la hacen propensa al turismo denominado de sol y playa. La costa murciana, llamada Costa Cálida, tiene una longitud de 170 km, donde se alternan grandes playas de arena blanca con otras más pequeñas y calas con acantilados. Además, cuenta con el Mar Menor, una laguna litoral con múltiples posibilidades turísticas. Como separación entre este lago salado y el Mar Mediterráneo, se alza La Manga del Mar Menor. De las 192 playas clasificadas en la Región, 21 están calificadas con bandera azul y otras 19 poseen el sello Q de Calidad Turística otorgado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), organismo dependiente de la Secretaría General de Turismo del Ministerio de Economía, lo que la convierte en la tercera comunidad autónoma con más playas certificadas con este título, siendo Cartagena, con 10, el municipio español con más playas que poseen esta calificación. Las posibilidades turísticas se complementan con un creciente interés por el turismo cultural y de ciudad, concentrado en los cuatro núcleos históricos principales: Caravaca de la Cruz, Cartagena, Lorca y Murcia. El Teatro Romano de Cartagena es el monumento y espacio museístico más visitado de la Región. El paisaje murciano es más variado de lo que pueda parecer, y ofrece una alta gama de actividades deportivas y de aventura como senderismo, espeleología, vuelos térmicos (ala delta, parapente), escalada, cicloturismo, paseos a caballo, descensos fluviales (ráfting, piraguas, kayaks), caza y pesca. La mayoría se concentran en Sierra Espuña, Valle de Ricote, Cieza y Calasparra y el nordeste de la Región. El turismo rural también se encuentra en auge, principalmente en los alrededores de Caravaca de la Cruz, Totana, Moratalla, Cieza, Cehegín, al igual que el turismo enológico, principalmente en Jumilla, pero también en Bullas y Yecla.
Excelentes
vegetales de la huerta, buena oferta de carnes y los preciados tesoros del mar,
asimilando productos que dejaron los pueblos que durante siglos aquí se instalaron.
Los romanos nos mostraron la forma de hacer conservas y salazones de pescado,
los árabes, entre otros mil productos, nos aportaron el arroz, su cultivo y su
forma de cocinarlo, y las especias, condimentos y plantas aromáticas. Fuera de
las fértiles vegas, se daban el trigo, el olivo y la vid, que es tanto como
decir pan, aceite y vino: las tres columnas principales de la dieta
mediterránea. En la costa, decir, por ejemplo, caldero es invocar arroz,
pescado (mújol, rape, mero), cocinados en perola de hierro, presencia de
pimiento de bola y ali-oli. Hay que contar con los pescados hechos a la sal, en
el horno. Huevas de mújol, mojama de atún, langostinos del Mar Menor. En la
misma aventura no podemos prescindir del pastel de cierva, relleno con huevo y
carne. Si nos gusta el pescado y estamos en Águilas, hay que pedir moraga de
sardinas, o el arroz que aquí se hace a la piedra. Si reclamamos la cocina de
la Huerta de Murcia, arroz y habichuelas, olla gitana, cocido de pava con
pelotas, michirones, guisos de pollo o conejo. La huerta nos impresiona de nuevo en las ensaladas y en las
mil combinaciones que permitan las verduras de la tierra. El cerdo ha sido
básico en la economía de la huerta y su aprovechamiento absoluto. A la brasa o
a la plancha, sin olvidar una apetitosa gama de embutidos (morcón, longanizas,
morcillas...). Para los días nublados y
lluviosos, las migas ruleras, hechas a base de harina con aceite, agua, sal y
paciencia. Gazpacho jumillano, gazpacho de Yecla, perdices escabechadas o arroz
con conejo. Si es el tiempo, en Calasparra, arroz con caracoles. En el Valle de
Ricote, tiernos corderos asados al horno moruno. Excelentes y cada vez más
pujantes quesos de cabra, frescos y curados, al vino, al pimentón... Dulces de
fruta que han constituido una activa industria... Excelentes mermeladas,
conservas confitadas. Y mieles en las que se advierten los más delicados aromas
de estos campos. Y especias y condimentos que merecerían, como los dulces y la
pastelería (tocinos de cielo, mazapanes, yemas de Caravaca, almendrados), un
capítulo aparte.
La provincia
de Murcia tiene tres Denominaciones de Origen: Jumilla, Yecla y Bullas. La uva
monastrell es la reina y los vinos tintos son de calidad muy superior a los
blancos y rosados. La Denominación de Origen garantiza la procedencia y calidad
del vino, encargándose del correcto desarrollo de su proceso los llamados
Consejos Reguladores. Para ello, realizan análisis desde el momento de la
plantación de la uva, hasta su embotellado y venta, en los que se comprueba que
ninguno ha perdido las características que le hacen poseedor de la
denominación. Consejo Regulador de la D.O. "Jumilla". La redacción
definitiva de su reglamento se elaboró en 1986; el vino puede ser blanco,
rosado o tinto, y se cultiva en 49.000 hectáreas. La denominación de origen
cubre diez tipos de vinos: cuatro tintos, dos rosados, dos claretes, blanco y
dulce natural. Su zona de producción comprende los municipios de Jumilla y
otros seis, en el sudeste de la provincia de Albacete. Su variedad principal es
Monastrell, cultivada en un 90% del viñedo, y dentro de las autorizadas
encontramos la Merseguera, Airén y Pedro Ximénez (blancas), y Monastrell,
Garnacha tintorera y Sensible (tintas). Consejo Regulador de la D.O.
"Yecla". El reglamento de su denominación de origen es de 1975, y su
zona de producción se encuentra únicamente en el municipio de Yecla, al Norte
de la Región. Cubre hasta siete tipos de vinos diferentes: tres tintos, dos
claretes, rosado y blanco. Su variedad principal es la Monastrell, y dentro de
las autorizadas están la Merseguera y Verdil como blancas, y las Monastrell y
Garnacha como tintas. Consejo Regulador de la D.O. "Bullas". El
reglamento de su denominación de origen es de 1996, y su zona de producción
comprende varios municipios de la comarca de Bullas. Cubre vinos blancos,
rosados y tintos. Las variedades autorizadas son: Airén y Macabeo dentro de las
blancas, y Monastrell y Tempranillo en las tintas.